Monedas locales para cambios globales
En el norte del País Vasco, un
experimento de moneda local se plantea sacar al dinero de la economía
capitalista e incentivar la economía regional y la solidaridad. Y lo está
logrando.
RÉMI RIVIÈRE
Desinformémonos
País Vasco. “Es la primera vez que veo una asamblea general
terminar a la hora prevista”, subraya, mirando brevemente su reloj, un joven
dirigente de una pequeña empresa, para luego anegar esta síntesis memorable en
un gustoso trago de sidra vasca. La demostración organizada por la Asociación
Euskal Moneta (moneda vasca) en Ustaritz -País Vasco, dentro del Estado
francés- era impecable, justo como se debe hacer cuando se vota la creación de
una moneda local, con la ambición de vincularla a los valores éticos de la
economía solidaria, social y ecológica.
En menos de tres horas, las preguntas más críticas e
incisivas recibieron respuestas claras y simples, de la misma manera en que los
escenarios más amenazadores terminaron por convertirse en perspectivas de
trabajo prometedoras. Con la misma serenidad práctica y después de un año y
medio de trabajo, los creadores del Eusko (variante de la
palabra “vasco”) proclamaron, ante casi cien personas adherentes al proyecto,
el lanzamiento de la moneda alternativa vasca. Su entusiasmo les permite
declarar que “será la más importante del país”. Un objetivo ya alcanzado a
mitad, incluso antes de que la nueva moneda entrara en circulación en el País
Vasco.
Sol Violeta en Toulouse, Eusko en Bayona
En tan sólo algunas semanas, 600 personas contactaron a
aproximadamente 190 empresas, comerciantes, artesanos y asociaciones. Estos
números aumentaron rápidamente después de las primeras compras y acuerdos, tras
la apertura de las oficinas de cambio el 31 de enero. Un resultado excepcional,
si se compara con las 70 estructuras que utilizaron la moneda complementaria de
Toulouse, el Sol Violeta, durante su periodo de experimentación entre mayo y
diciembre del 2011.
“Por lo que sabemos, el Sol Violeta es la moneda
local más fuerte de Francia, y cuenta con poco más de mil usuarios”, dice Txetx
Etcheverry, tesorero de la Asociación Euskal Moneta. Dos mil 500 sistemas de
monedas locales y solidarias están censados en todo el mundo; 15 de ellas
tienen presencia en Francia. En el País Vasco, dada su fuerte identidad, este
experimento resulta por demás dinámico, considerando el potencial que el Eusko
tiene como relocalizador de la economía y de la mano de personas cuya voluntad
y militancia es más que vigorosa.
Una moneda solidaria para una economía local
En Villeneuve-sur-Lot, los creadores de la moneda
complementaria La Abeja (en circulación desde 2009), no se
equivocaron: desde el principio recibieron a los vascos para un curso de
formación práctica, convencidos de que su territorio era una garantía para el
éxito de lo que hoy es el Eusko. Durante la demostración del 19 de enero, fue
interesante ver cómo las primeras personas que se adhirieron a la moneda
alternativa tomaban posesión de los nuevos billetes de uno, dos, tres, diez y
20 euskos –al cambio, un eusko vale un euro-; los billetes multicolores
(azules, verdes, amarillos, violeta pálido) tenían todavía residuos de
tinta, impresos por un lado con aspectos de la cultura vasca y por el
otro, de su economía.
El mismo día, en la sede de la Cámara de Agricultura
Alternativa, 6 mil 500 euros fueron intercambiados por euskos durante la
asamblea general de las asociaciones agrícolas. Al interior de una estructura
en la que se defiende otro tipo de economía agrícola, los campesinos vascos
están reintroduciendo el grano para la panificación, que había desaparecido del
territorio desde hace al menos medios siglo. Dentro de algunos meses, los
panaderos vascos podrán procurarse de harina producida localmente.
Los favorecidos
La ventaja principal que ofrece la moneda local es favorecer
las cadenas de comercio directo presentes en el territorio. “Es un sistema de
solidaridad muy simple: se intercambia entre nosotros”, resume Dante Edme
Sanjurjo, vicepresidente de Euskal Moneta. El éxito de la moneda alternativa
inspiró a Xina Dulong, feliz propietaria del Café de los Pirineos, en Bayona, y
representante de las asociaciones de cafeterías, albergues y restaurantes de la
ciudad. Su local acepta el eusko y funciona como punto de cambio de la moneda.
Entusiasta del proyecto desde sus inicios, Xina comenzó a cambiar la manera en
que administra su empresa.
Y es que aquí se puede convertir el eusko en euros; por cada
conversión se retiene una comisión del cinco por ciento. Este “impuesto” está
pensado para estimular a las empresas y a las asociaciones que utilizan
la moneda alternativa a reinvertir a nivel local, pues quien lo hace no paga la
comisión. Los costos de la conversión pueden ser sostenidos por los
comerciantes, tal como sucede con los vales de descuento que se utilizan en los
restaurantes para obtener nuevos clientes. Pero la ventaja es superior si el
comerciante hace sus compras o paga a sus proveedores en al ámbito local.
Las empresas se vuelven solidarias con los campesinos
En Alemania, a casi diez años de la creación de la moneda
local de Chiemgau, en la Alta Baviera, las 600 empresas adherentes llegaron a
reinvertir 73 por ciento de sus chiemgauers en la red. En Austria,
a principios de 1930, la ciudad de Wargla fue capaz de vencer la Gran Depresión
creando una moneda local. Jean-Baptiste Etxeto, presidente del Consejo
para el Desarrollo del País Vasco -cuyo Consejo directivo votó recientemente su
adhesión al eusko-, subraya los contenidos elementales de este esfuerzo en una
frase: “nuestros gastos crean también puestos de trabajo para nosotros”. Es
decir, la empresa se vuelve solidaria con sus conciudadanos relocalizando sus
actividades económicas en el territorio. En el caso del eusko, sucede también
en el sentido inverso, pues el consumidor puede contribuir al desarrollo mismo
de las actividades económicas.
Así, cada usuario de la moneda complementaria puede escoger
patrocinar a una empresa o una asociación. Cuando una estructura reúne al menos
a treinta patrocinadores, recibe 3 por ciento de la suma convertida por sus
ellos. Cambiando cada mes cien euros por euskos (de los que tres van a la
estructura patrocinadora), un grupo de treinta personas puede ayudar a una
asociación de reunir más de mil euros al año. La asociación, por su parte,
buscará hacer circular esta cifra a lo interno de la red, si quiere evitar la
reducción del 5 por ciento por el cambio del eusko a euros. Este incentivo
sirve también para evitar el riesgo de que la moneda complementaria pierda su
valor, ya que al no producir intereses, se refuerza su condición de moneda
circulante.
Progreso social y cambio global
En Alemania, donde este mecanismo ya se ha experimentado,
cada año 50 mil euros van a parar directamente a las asociaciones. Sin embargo,
la mayor parte de las monedas locales en ese país dependen de subvenciones
estatales. Para compensar la ausencia de ésta, los vascos en Francia han implementado
una subscripción libre al sistema del eusko, que va de cinco euros para los
individuos a diez para las asociaciones. Además, siguiendo el modelo de La
Abeja, decidieron desarrollar una economía social y solidaria; y, al igual que
en Toulouse, de insertar en la red solamente a aquellas empresas que
comparten los valores éticos de la comunidad. La Asociación Euskal Moneta
decidió también encaminar a las empresas hacia prácticas más éticas en vez de
imponerles condiciones de entrada. “Cada año, las empresas de la red deben
declarar objetivos simples y programáticos”, explica el vicepresidente de la
asociación, Dante Edme Sanjurjo. Es como una manera de “poner orden” que
promueve la relocalización de la actividad económica y el progreso social, pero
también las relaciones con la vida en el territorio, el uso de la lengua vasca
y el respeto a la ecología. Se trata de objetivos claros que las empresas deben
alcanzar con la ayuda y asesoría de las asociaciones.
Sacar al dinero del círculo capitalista
Con el fin de respetar el código monetario y financiero, los
euros a disposición de Euskal Moneta van a parar a un fondo de garantía. Este
dinero se deposita en una cuenta bloqueada por la NEF (Nuvelle Économie
Fraternelle), una sociedad financiera ética, vinculada al crédito
cooperativo. Éste es un modo de “hacer salir el dinero del circuito capitalista
e insertarlo en una economía social y solidaria”. Como cereza del pastel, la
sociedad de vasca de capitales de riesgo Herrikoa, que opera con una perspectiva
de desarrollo económico y solidario, se comprometió con Euskal Moneta a
invertir en las empresas de la red con una participación proporcional al fondo
de garantía. A decir de Dante, cada euro convertido en eusko permitirá invertir
en proyectos estructurales.
Se trata de un modo de insertar la evolución del eusko en un
“territorio que produce estructuras”, especifica Txetx Etxeverry, subrayando
“el potencial específico del País Vasco. Y es que cuando la asociación se
ha visto en situaciones en donde no dispone de los medios necesarios para sacar
adelante el proyecto, ha recibido muchos apoyos vitales desde la propia
comunidad; hemos salido adelante gracias a este país”, confiesa Etxeverry.
Diecinueve proyectos de monedas complementarias en Francia
El eusko no será exportado a la ciudad vecina de Bearn, que
comparte la misma jurisdicción de los Pirineos Atlánticos, pero a lo mejor
podrá superar los Pirineos para conquistar al resto del País Vasco y su
industria. “La frontera no impedirá circular al eusko”, afirma Txetx, “el País
Vasco del sur desarrolla una gran agricultura a cubierto. ¿Es ésta la justa
escala de la relocalización? ¿De qué manera se pueden articular las regiones
industriales? Veremos qué nos depara el porvenir”. El desarrollo del eusko se
sigue de cerca desde Bilbao y San Sebastián, en particular por el sindicato Eusko
Langileen Alkartasuna (ELA), que tiene una posición mayoritaria en la
Comunidad Autónoma Vasca. La de las monedas complementarias es una “experiencia
de laboratorio” en la que, por supuesto, también han contribuido los habitantes
del País Vasco del sur, donde ya existen algunos proyectos. En Francia, por su
parte, hay 19 experiencias funcionando con esta clase de instrumentos. La
certeza, en todo caso, es que los vientos soplan a favor de otras formas de
economía, por fuerza solidarias y ecológicas.
“Estamos construyendo el porvenir”
El hecho paradójico es que las monedas locales tienen una
cosa en común: piensan globalmente. Ancladas a un territorio y a una identidad,
estas monedas permiten la relocalización de una parte de la economía y la
reducción de las emisiones de bióxido de carbono al disminuir considerablemente
las dimensiones de los circuitos de comercio. De una cosa se puede estar
seguro: si la economía local trae ventajas, las condiciones del planeta
seguramente no empeorarán. El aumento programado de los precios del petróleo
está incentivando a las empresas a crear o participar todavía más en las redes
de proximidad
Entre otros ejemplos, se puede contrastar el hecho de que el
País Vasco dispone de importantes producciones hortícolas, mientras que los
floristas vascos se surten en Holanda. El eusko favorecerá la creación de una
red saludable, además de la reducción de la participación del territorio en los
flujos monetarios, de los cuales 90 por ciento son a escala internacional.
“Somos tan sólo un aleteo de colibrí”, reconoce Txetx, “es cierto, pero somos
nosotros los que construiremos el porvenir”.
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