jueves, 16 de mayo de 2013

Monedas locales para cambios globales

Monedas locales para cambios globales

En el norte del País Vasco, un experimento de moneda local se plantea sacar al dinero de la economía capitalista e incentivar la economía regional y la solidaridad. Y lo está logrando.
RÉMI RIVIÈRE
Desinformémonos

País Vasco. “Es la primera vez que veo una asamblea general terminar a la hora prevista”, subraya, mirando brevemente su reloj, un joven dirigente de una pequeña empresa, para luego anegar esta síntesis memorable en un gustoso trago de sidra vasca. La demostración organizada por la Asociación Euskal Moneta (moneda vasca) en Ustaritz -País Vasco, dentro del Estado francés- era impecable, justo como se debe hacer cuando se vota la creación de una moneda local, con la ambición de vincularla a los valores éticos de la economía solidaria, social y ecológica.

En menos de tres horas, las preguntas más críticas e incisivas recibieron respuestas claras y simples, de la misma manera en que los escenarios más amenazadores terminaron por convertirse en perspectivas de trabajo prometedoras. Con la misma serenidad práctica y después de un año y medio de trabajo, los creadores del Eusko (variante de la palabra “vasco”) proclamaron, ante casi cien personas adherentes al proyecto, el lanzamiento de la moneda alternativa vasca. Su entusiasmo les permite declarar que “será la más importante del país”. Un objetivo ya alcanzado a mitad, incluso antes de que la nueva moneda entrara en circulación en el País Vasco.

Sol Violeta en Toulouse, Eusko en Bayona
En tan sólo algunas semanas, 600 personas contactaron a aproximadamente 190 empresas, comerciantes, artesanos y asociaciones. Estos números aumentaron rápidamente después de las primeras compras y acuerdos, tras la apertura de las oficinas de cambio el 31 de enero. Un resultado excepcional, si se compara con las 70 estructuras que utilizaron la moneda complementaria de Toulouse, el Sol Violeta, durante su periodo de experimentación entre mayo y diciembre del 2011.

“Por lo que sabemos, el Sol Violeta es la moneda local más fuerte de Francia, y cuenta con poco más de mil usuarios”, dice Txetx Etcheverry, tesorero de la Asociación Euskal Moneta. Dos mil 500 sistemas de monedas locales y solidarias están censados en todo el mundo; 15 de ellas tienen presencia en Francia. En el País Vasco, dada su fuerte identidad, este experimento resulta por demás dinámico, considerando el potencial que el Eusko tiene como relocalizador de la economía y de la mano de personas cuya voluntad y militancia es más que vigorosa.

Una moneda solidaria para una economía local
En  Villeneuve-sur-Lot, los creadores de la moneda complementaria La Abeja (en circulación desde 2009), no se equivocaron: desde el principio recibieron a los vascos para un curso de formación práctica, convencidos de que su territorio era una garantía para el éxito de lo que hoy es el Eusko. Durante la demostración del 19 de enero, fue interesante ver cómo las primeras personas que se adhirieron a la moneda alternativa tomaban posesión de los nuevos billetes de uno, dos, tres, diez y 20 euskos –al cambio, un eusko vale un euro-; los billetes multicolores (azules, verdes, amarillos, violeta pálido) tenían todavía residuos de tinta,  impresos por un lado con aspectos de la cultura vasca y por el otro, de su economía.

El mismo día, en la sede de la Cámara de Agricultura Alternativa, 6 mil 500 euros fueron intercambiados por euskos durante la asamblea general de las asociaciones agrícolas. Al interior de una estructura en la que se defiende otro tipo de economía agrícola, los campesinos vascos están reintroduciendo el grano para la panificación, que había desaparecido del territorio desde hace al menos medios siglo. Dentro de algunos meses, los panaderos vascos podrán procurarse de harina producida localmente.

Los favorecidos
La ventaja principal que ofrece la moneda local es favorecer las cadenas de comercio directo presentes en el territorio. “Es un sistema de solidaridad muy simple: se intercambia entre nosotros”, resume Dante Edme Sanjurjo, vicepresidente de Euskal Moneta. El éxito de la moneda alternativa inspiró a Xina Dulong, feliz propietaria del Café de los Pirineos, en Bayona, y representante de las asociaciones de cafeterías, albergues y restaurantes de la ciudad. Su local acepta el eusko y funciona como punto de cambio de la moneda. Entusiasta del proyecto desde sus inicios, Xina comenzó a cambiar la manera en que administra su empresa.

Y es que aquí se puede convertir el eusko en euros; por cada conversión se retiene una comisión del cinco por ciento. Este “impuesto” está pensado para  estimular a las empresas y a las asociaciones que utilizan la moneda alternativa a reinvertir a nivel local, pues quien lo hace no paga la comisión. Los costos de la conversión pueden ser sostenidos por los comerciantes, tal como sucede con los vales de descuento que se utilizan en los restaurantes para obtener nuevos clientes. Pero la ventaja es superior si el comerciante hace sus compras o paga a sus proveedores en al ámbito local.

Las empresas se vuelven solidarias con los campesinos
En Alemania, a casi diez años de la creación de la moneda local de Chiemgau, en la Alta Baviera, las 600 empresas adherentes llegaron a reinvertir 73 por ciento de sus chiemgauers en la red. En Austria, a principios de 1930, la ciudad de Wargla fue capaz de vencer la Gran Depresión creando una moneda local.  Jean-Baptiste Etxeto, presidente del Consejo para el Desarrollo del País Vasco -cuyo Consejo directivo votó recientemente su adhesión al eusko-, subraya los contenidos elementales de este esfuerzo en una frase: “nuestros gastos crean también puestos de trabajo para nosotros”. Es decir, la empresa se vuelve solidaria con sus conciudadanos relocalizando sus actividades económicas en el territorio. En el caso del eusko, sucede también en el sentido inverso, pues el consumidor puede contribuir al desarrollo mismo de las actividades económicas.

Así, cada usuario de la moneda complementaria puede escoger patrocinar a una empresa o una asociación. Cuando una estructura reúne al menos a treinta patrocinadores, recibe 3 por ciento de la suma convertida por sus ellos. Cambiando cada mes cien euros por euskos (de los que tres van a la estructura patrocinadora), un grupo de treinta personas puede ayudar a una asociación de reunir más de mil euros al año. La asociación, por su parte, buscará hacer circular esta cifra a lo interno de la red, si quiere evitar la reducción del 5 por ciento por el cambio del eusko a euros. Este incentivo sirve también para evitar el riesgo de que la moneda complementaria pierda su valor, ya que al no producir intereses, se refuerza su condición de moneda circulante.

Progreso social y cambio global
En Alemania, donde este mecanismo ya se ha experimentado, cada año 50 mil euros van a parar directamente a las asociaciones. Sin embargo, la mayor parte de las monedas locales en ese país dependen de subvenciones estatales. Para compensar la ausencia de ésta, los vascos en Francia han implementado una subscripción libre al sistema del eusko, que va de cinco euros para los individuos a diez para las asociaciones. Además, siguiendo el modelo de La Abeja, decidieron desarrollar una economía social y solidaria; y, al igual que en  Toulouse, de insertar en la red solamente a aquellas empresas que comparten los valores éticos de la comunidad. La Asociación Euskal Moneta decidió también encaminar a las empresas hacia prácticas más éticas en vez de imponerles condiciones de entrada. “Cada año, las empresas de la red deben declarar objetivos simples y programáticos”, explica el vicepresidente de la asociación, Dante Edme Sanjurjo. Es como una manera de “poner orden” que promueve la relocalización de la actividad económica y el progreso social, pero también las relaciones con la vida en el territorio, el uso de la lengua vasca y el respeto a la ecología. Se trata de objetivos claros que las empresas deben alcanzar con la ayuda y asesoría de las asociaciones.

Sacar al dinero del círculo capitalista
Con el fin de respetar el código monetario y financiero, los euros a disposición de Euskal Moneta van a parar a un fondo de garantía. Este dinero se deposita en una cuenta bloqueada por la NEF (Nuvelle Économie Fraternelle), una sociedad financiera ética, vinculada al crédito cooperativo. Éste es un modo de “hacer salir el dinero del circuito capitalista e insertarlo en una economía social y solidaria”. Como cereza del pastel, la sociedad de vasca de capitales de riesgo Herrikoa, que opera con una perspectiva de desarrollo económico y solidario, se comprometió con Euskal Moneta a invertir en las empresas de la red con una participación proporcional al fondo de garantía. A decir de Dante, cada euro convertido en eusko permitirá invertir en proyectos estructurales.

Se trata de un modo de insertar la evolución del eusko en un “territorio que produce estructuras”, especifica Txetx Etxeverry, subrayando “el potencial específico del País Vasco.  Y es que cuando la asociación se ha visto en situaciones en donde no dispone de los medios necesarios para sacar adelante el proyecto, ha recibido muchos apoyos vitales desde la propia comunidad; hemos salido adelante gracias a este país”, confiesa Etxeverry.

Diecinueve proyectos de monedas complementarias en Francia
El eusko no será exportado a la ciudad vecina de Bearn, que comparte la misma jurisdicción de los Pirineos Atlánticos, pero a lo mejor podrá superar los Pirineos para conquistar al resto del País Vasco y su industria. “La frontera no impedirá circular al eusko”, afirma Txetx, “el País Vasco del sur desarrolla una gran agricultura a cubierto. ¿Es ésta la justa escala de la relocalización? ¿De qué manera se pueden articular las regiones industriales? Veremos qué nos depara el porvenir”. El desarrollo del eusko se sigue de cerca desde Bilbao y San Sebastián, en particular por el sindicato Eusko Langileen Alkartasuna (ELA), que tiene una posición mayoritaria en la Comunidad Autónoma Vasca. La de las monedas complementarias es una “experiencia de laboratorio” en la que, por supuesto, también han contribuido los habitantes del País Vasco del sur, donde ya existen algunos proyectos. En Francia, por su parte, hay 19 experiencias funcionando con esta clase de instrumentos. La certeza, en todo caso, es que los vientos soplan a favor de otras formas de economía, por fuerza solidarias y ecológicas.

“Estamos construyendo el porvenir”
El hecho paradójico es que las monedas locales tienen una cosa en común: piensan globalmente. Ancladas a un territorio y a una identidad, estas monedas permiten la relocalización de una parte de la economía y la reducción de las emisiones de bióxido de carbono al disminuir considerablemente las dimensiones de los circuitos de comercio. De una cosa se puede estar seguro: si la economía local trae ventajas, las condiciones del planeta seguramente no empeorarán. El aumento programado de los precios del petróleo está incentivando a las empresas a crear o participar todavía más en las redes de proximidad

Entre otros ejemplos, se puede contrastar el hecho de que el País Vasco dispone de importantes producciones hortícolas, mientras que los floristas vascos se surten en Holanda. El eusko favorecerá la creación de una red saludable, además de la reducción de la participación del territorio en los flujos monetarios, de los cuales 90 por ciento son a escala internacional. “Somos tan sólo un aleteo de colibrí”, reconoce Txetx, “es cierto, pero somos nosotros los que construiremos el porvenir”.


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