Economía solidaria, una opción frente
a la crisis
Cristiano Morsolin
ALAI, América Latina en Movimiento
La economía solidaria, orientada hacia la persona y su
desarrollo, es una alternativa frente a la crisis económica internacional,
particularmente la europea, afirmó el director general de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT), GuyRyder.
"En tiempos de crisis la austeridad es la respuesta más
extendida, pero desde la OIT la consideramos un riesgo. En cambio, la economía
solidaria ofrece seguridad y crea oportunidades de empleo en un marco
sostenible", explicó Ryder al inaugurar en la sede de su institución unas
jornadas de reflexión sobre el potencial y los límites de este tipo de
economía.
Concepto relativamente reciente pero que ha emergido con más
fuerza por la gravedad de la crisis, la economía solidaria resulta de un
movimiento socioeconómico que busca erigir un modelo económico centrado en las
personas.
Su fundamento son las prácticas de cooperación y solidaridad
entre las comunidades y grupos, por encima de las acciones individuales o de
espíritu empresarial.
Según Ryder una muestra de la utilidad de este enfoque es que
"en los dos últimos años países como Grecia, Ecuador, México, Portugal o
España han adoptado mejoras en el marco legal de este tipo de economías".
Comentó que también Brasil ha profundizado en ese modelo, por
lo que "dispone de ministros especializados en el ámbito de la economía
social y solidaria".
Un ejemplo práctico de la aplicación e impacto de la economía
social y solidaria se observa en el Reino Unido, donde 62.000 empresas sociales
contribuyeron con 37.000 millones de dólares (unos 28.000 millones de euros) a
la economía nacional y dieron empleo a 800.000 personas (1).
Seminario Internacional en Bogotá
Con el fin de superar el escaso desarrollo del tema en la
academia y las limitaciones en la institucionalidad pública para enfocar el
asunto más allá de la visión de la economía solidaria como precaria
e informal, las universidades Externado y Nacional y otras organizaciones
sociales se unieron para apoyar a la ciudad en materia de Economía popular,
término definido en el Plan de Desarrollo, Bogotá Humana en ocasión del
seminario internacional “Economía Popular ¿Qué es y para donde va en Bogotá? “
(15-17 de abril).
El Alcalde mayor de Bogotá Gustavo Petro, ha declarado que
“se trata, con este evento, de potenciar la ignorada realidad social de iniciativas
de vida y trabajo de los sectores populares, urbanos y rurales, que
aportan la mayor parte de los servicios, ingresos y empleos en la ciudad y la
región central del país; y de aportar en la búsquedas de caminos alternativos
que generen desarrollo y que permitan la inclusión social y la construcción de
paz” (2).
En este debate internacional ha participado también Escuela
Viajera que ha podido entrevistar algunos destacados panelistas como Fernanda
Wanderley de Bolivia – experta de descolonización y co-autora de “El desarrollo
en cuestión: reflexiones desde América Latina” que cuestiona el “mal
desarrollo de las ONGs”, Milton Maya de Ecuador, Boris Marañón-Pimentel de
FLACSO-México y el economista argentino Jose Luis Coraggio, reconocido investigador
en el campo de la economía popular en países como México, Nicaragua, Ecuador,
Estados Unidos y Argentina .
Inclusión y descolonización
Fernanda Wanderley ha subrayado que “desde su concepción en
los años cincuenta, el campo problemático del desarrollo ha estado surcado por
fuertes debates y críticas desde diferentes disciplinas teóricas y perspectivas
políticas. El embate entre paradigmas, conocimientos y prácticas ha puesto en
cuestión inclusive la pertinencia del mismo concepto de desarrollo para pensar
las profundas transformaciones sociales, políticas y económicas en el mundo
contemporáneo.
La comunidad académica del Postgrado en Ciencias del
Desarrollo de la Universidad Mayor de San Andrés (CIDES-UMSA) encontró oportuno
abrir un espacio de reflexión interdisciplinaria y plural sobre viejas y nuevas
cuestiones asociadas a la noción de Desarrollo que enmarcan nuestros programas
de formación postgradual e investigación, así como de problematización del
propio concepto de desarrollo.
Con todo, nuestro punto de partida fue la constatación de
que, pese a los serios procesos y profundos debates de crítica y deconstrucción
de la noción de desarrollo a partir de las connotaciones evolucionistas,
diseccionadoras y eurocéntricas que generalmente carga para pensar las
diferentes formas y grados de organización de las sociedades en los tiempos
modernos, el concepto de desarrollo se sigue utilizando –sin sustituto
equivalente– para pensar el cambio histórico y los procesos de transformación
producidos por el movimiento de las estructuras sociales, impulsado por fuerzas
de diversa índole emergentes de relaciones contradictorias sociales, económicas,
políticas y/o culturales. Igualmente, el concepto de desarrollo se utiliza para
pensar las estrategias de dirección de los procesos económicos en particular y,
a través de ellos, de la vida social, política y cultural, hacia determinados
objetivos u horizontes políticos que han dado lugar a su adjetivación
correspondiente: desarrollo extrovertido, desarrollo endógeno, desarrollo
humano, desarrollo sostenible, desarrollo a escala humana, “otro desarrollo”,
etc.
En cuanto a la primera acepción, en las últimas dos décadas,
y sobre todo en América Latina, se advierten tendencias reflexivas que
problematizan y debatencríticamente el desarrollo desde la perspectiva de la
base cognitiva y contextual que subyace su concepción. Y si bien se identifican
los elementos del cuestionamiento, no se ha construido todavía una narrativa
interpretativa del cambio histórico y mucho menos aún una meta-teoría
alternativa al respecto, si bien ese sería el propósito.
En su vertiente más radical (o “descolonial”) quienes cuestionan
el concepto mismo de desarrollo lo asocian a un conjunto de teorías, de
prácticas discursivas y no discursivas, a un conjunto de instituciones y
estructuras –originadas después de la segunda guerra mundial– que conducirían
de manera predominante a una sociedad moderna industrial, urbana, cultural y
económicamente homogénea (liberaly capitalista) como “curso normal de la
evolución y el progreso” asociado con crecimiento económico. En este sentido,
el desarrollo sería un poderoso instrumento para la “normalización del mundo” a
imagen y semejanza de la sociedad “occidental” capitalista moderna, mediante el
establecimiento de un patrón de desarrollo, de reglas de juego y de principios
de autoridad y poder que operan la “colonización de la realidad por el discurso
del desarrollo” (Escobar, 1996). Este dispositivo operaría mediante la difusión
de saberes sociales modernos eurocéntricos hegemónicos válidos, objetivos y
universales del conocimiento, del que surgen las categorías de análisis de
cualquier sociedad y las proposiciones normativas que “definen el deber ser
para todos los pueblos del planeta” (Lander, 2000). De ese marco cognitivo
derivaría también la identificación de los problemas, anormalidades o registros
particulares
de problemas definidos –en contraste– como expresiones de
“subdesarrollo”.
Dado que este registro “colonizador” ignora las “relaciones
de la diferencia” y las “complejas dinámicas de la diversidad cultural”, la
alternativa es “descolonizar” las realidades sociales (no sólo) latinoamericanas.
Este proceso pasa por deconstruir-abandonar el discurso del desarrollo y pensar
un tiempo-espacio actual, concebido como anti-desarrollo (para otros
post-desarrollo), y por deconstruir los parámetros sobre los que se fundan las
ciencias sociales eurocéntricas hegemónicas: disección de la realidad
(economía, sociedad, política, Estado, etc.), acentuado antropocentrismo en
referencia al “mundo de la vida”, y escasa atención a los conocimientos y
prácticas locales o del lugar”, concluye Fernanda Wanderley.
En esta perspectiva la economía solidaria plantea otros
procesos decoloniales de Buen Vivir como plantea José Luis Coraggio, que acaba
de publicar un interesante análisis con la revista Alai n. 483, bajo el
título: “Para las nuevas izquierdas: Qué otra economía? (3).
NOTAS
Cristiano Morsolin, investigador italiano y operador de
redes, autor de varios libros, radicado en Latinoamérica desde 2001 con
experiencias en Ecuador, Perú, Bolivia, Colombia, Venezuela, Paraguay y Brasil.
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