domingo, 26 de mayo de 2013

Trueke Caracas convoca al encuentro de debate-propuestas: Economías populares y solidarias frente al golpe económico en Venezuela. Debate y propuestas concretas

Economías populares y solidarias frente al golpe económico en Venezuela. Debate y propuestas concretas
  

En la actual coyuntura que vive Venezuela,  se está desarrollando toda una estrategia de sabotaje económico, que se expresa en escasez, desabastecimiento y especulación, lo que afecta seriamente el consumo básico de los venezolanos y las venezolanas. Esto exige que el pueblo organizado esté más consciente e informado tanto de los factores que inciden en esta crisis económica, como de las estrategias que podemos impulsar para contrarrestar los efectos de ella.

En este sentido, Trueke Caracas convoca a un encuentro-debate con el objetivo de discutir todas estas problemáticas, así como elaborar propuestas a partir de las cuales podamos sortear esta estrategia económica antipopular, planteando posibilidades para una economía más justa y democrática para todas y todos.

La cita es el sábado 1 de junio, a partir de las 2pm, en el Ateneo Popular de Los Chaguaramos. Primeramente se hará una introducción para definir el contexto de la situación de sabotaje económico en Venezuela. Y desde las 2:30 pm, se conformarán mesas de trabado, en las cuales se discutirán y elaborarán las propuestas. Esta actividad contará con registro.


“Son cosas chiquitas.
No acaban con la pobreza
no nos sacan del subdesarrollo,
no socializan los medios de producción
y de cambio, no expropian las cuevas de Alí Babá.

Pero quizá desencadenen la alegría de hacer,
y la traduzcan en actos.

Y al fin y al cabo, actuar sobre la realidad
y cambiarla aunque sea un poquito,
Es la única manera de probar
que la realidad es transformable.”

Eduardo Galeano




Grupos de consumo: retomar el control sobre la alimentación


Grupos de consumo: retomar el control sobre la alimentación


Esther Vivas
Alainet

¿Qué comemos? ¿De dónde viene, cómo se ha elaborado y qué precio pagamos por aquello que compramos? Son preguntas que cada vez se formulan más consumidores. En un mundo globalizado, donde la distancia entre campesino y consumidor se ha alargado hasta tal punto en qué ambos prácticamente no tienen ninguna incidencia en la cadena agroalimentaria, saber qué nos llevamos a la boca importa de nuevo, y mucho.

Así lo ponen de manifiesto las experiencias de grupos y cooperativas de consumo agroecológico que en los últimos años han proliferado por doquier en todo el Estado español. Se trata de devolver la capacidad de decidir sobre la producción, la distribución y el consumo de alimentos a los principales actores que participan en dicho proceso, al campesinado y a los consumidores. Lo que en otras palabras se llama: la soberanía alimentaria. Que significa, como la misma palabra indica, ser soberano, tener la capacidad de decidir, en lo que respecta a nuestra alimentación (Desmarais, 2007).

Algo que puede parecer muy sencillo, pero que en realidad no lo es. Ya que hoy el sistema agrícola y alimentario está monopolizado por un puñado de empresas de la industria agroalimentaria y de la distribución que imponen sus intereses particulares, de hacer negocio con la comida, a los derechos campesinos y a las necesidades alimentarias de las personas. Sólo así se explica tanta comida y tanta gente sin comer. La producción de alimentos desde los años 60 hasta la actualidad se ha multiplicado por tres, mientras que la población mundial, desde entonces, tan solo se ha duplicado (GRAIN, 2008), pero, aún así, casi 900 millones de personas, según la FAO, pasan hambre. Está claro que algo no funciona.

Algunas características

Los grupos y las cooperativas de consumo plantean un modelo de agricultura y alimentación antagónico al dominante. Su objetivo: acortar la distancia entre producción y consumo, eliminar intermediarios y establecer unas relaciones de confianza y solidaridad entre ambos extremos de la cadena, entre el campo y la ciudad; apoyar una agricultura campesina y de proximidad que cuida de nuestra tierra y que defiende un mundo rural vivo con el propósito de poder vivir dignamente del campo; y promover una agricultura ecológica y de temporada, que respete y tenga en cuenta los ciclos de la tierra. Asimismo, en las ciudades, estas experiencias permiten fortalecer el tejido local, generar conocimiento mutuo y promover iniciativas basadas en al autogestión y la autoorganización.

De hecho, la mayor parte de los grupos de consumo se encuentran en los núcleos urbanos, donde la distancia y la dificultad para contactar directamente con los productores es más grande, y, de este modo, personas de un barrio o una localidad se juntan para llevar a cabo "otro consumo". Existen, asimismo, varios modelos: aquellos en que el productor sirve semanalmente una cesta, cerrada, con frutas y verduras o aquellos en que el consumidor puede elegir qué alimentos de temporada quiere consumir de una lista de productos que ofrece el campesino o campesinos con quien trabaja. También, a nivel legal, encontramos mayoritariamente grupos dados de alta como asociación y unos pocos, de experiencias más consolidadas y con larga trayectoria, con formato de sociedad cooperativa (Vivas, 2010).

Un poco de historia

Los primeros grupos surgieron, en el Estado español, a finales de los años 80 y principios de los 90, mayoritariamente, en Andalucía y Catalunya, aunque también encontramos algunos en Euskal Herria y el País Valencià, entre otros. Una segunda oleada se produjo en los años 2000, cuando éstas experimentaron un crecimiento muy importante allá donde ya existían y aparecieron por primera vez donde no tenían presencia. A día de hoy, estas iniciativas se han consolidado y multiplicado de manera muy significativa, en un proceso difícil de cuantificar debido a su propio carácter.

El auge de estas experiencias responde, desde mi punto de vista, a dos cuestiones centrales. Por un lado, a una creciente preocupación social acerca de qué comemos, frente a la proliferación de escándalos alimentarios, desde hace algunos años, como las vacas locas, los pollos con dioxinas, la gripe porcina, la e-coli, etc. Comer, y comer bien, importa de nuevo. Y, por otro lado, a la necesidad de muchos activistas sociales de buscar alternativas en lo cotidiano, más allá de movilizarse contra la globalización neoliberal y sus artífices. De aquí, que justo después de la emergencia del movimiento antiglobalización y antiguerra, a principios de los años 2000, una parte significativa de las personas que participaron activamente en estos espacios impulsaran o entraran a formar parte de grupos de consumo agroecológico, redes de intercambio, medios de comunicación alternativos, etc.

Comer bien versus cambio político

De este modo, observamos dos sensibilidades que integran a menudo dichas experiencias. Una que apuesta, en términos generales, por "comer bien", dando un mayor peso a cuestiones relacionadas con la salud y otra que, a pesar de tener en cuenta estos elementos, enfatiza más el carácter transformador y político de estas iniciativas. He aquí el reto de los grupos y las cooperativas de consumo, reivindicar una alimentación sana y saludable para todo el mundo. Lo que implica no perder de vista la perspectiva política de cambio.

Si queremos una agricultura sin pesticidas ni transgénicos es necesario empezar por exigir la prohibición de los cultivos transgénicos en el Estado español, puerta de entrada, y paraíso, de los Organismos Genéticamente Modificados en toda Europa. Si queremos una agricultura de proximidad, que no contamine el medio ambiente, con alimentos que recorren miles de kilómetros de distancia (Amigos de la Tierra, 2012), es imprescindible una reforma agraria y un banco público de tierras, que en vez de especular con el territorio lo haga accesible a quienes quieren vivir de trabajar la tierra. En definitiva, o cambiamos radicalmente este sistema o "comer bien" se convertirá en un privilegio sólo accesible para quienes se lo puedan permitir.

Los grupos de consumo son sólo un primer paso para avanzar hacia "otra agricultura y otra alimentación", pero deben ir más allá y cuestionar el sistema político y económico que sustenta el actual modelo agroalimentario. La comida, como la vivienda, la sanidad, la educación..., no se vende, se defiende.


Referencias bibliográficas
Amigos de la Tierra (2012) Alimentos kilométricos en:http://issuu.com/amigos_de_la_tierra_esp/docs/informe_alimentoskm
Desmarais, A. (2007) La Vía Campesina. La globalización y el poder del campesinado. Madrid. Editorial Popular.
GRAIN (2008) El negocio de matar de hambre en: http://www.grain.org/articles/?id=40
Vivas, E. (2010) “Consumo agroecológico, una opción políticas” en Viento Sur, nº 108, pp. 54-63.

Artículo publicado en la revista Ae Agricultura y Ganadería Ecológica de la Sociedad Española de Agricultura Ecológica, nº11, primavera 2013.



Economía solidaria, una opción frente a la crisis


Economía solidaria, una opción frente a la crisis


Cristiano Morsolin
ALAI, América Latina en Movimiento

La economía solidaria, orientada hacia la persona y su desarrollo, es una alternativa frente a la crisis económica internacional, particularmente la europea, afirmó el director general de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), GuyRyder.

"En tiempos de crisis la austeridad es la respuesta más extendida, pero desde la OIT la consideramos un riesgo. En cambio, la economía solidaria ofrece seguridad y crea oportunidades de empleo en un marco sostenible", explicó Ryder al inaugurar en la sede de su institución unas jornadas de reflexión sobre el potencial y los límites de este tipo de economía.

Concepto relativamente reciente pero que ha emergido con más fuerza por la gravedad de la crisis, la economía solidaria resulta de un movimiento socioeconómico que busca erigir un modelo económico centrado en las personas.

Su fundamento son las prácticas de cooperación y solidaridad entre las comunidades y grupos, por encima de las acciones individuales o de espíritu empresarial.

Según Ryder una muestra de la utilidad de este enfoque es que "en los dos últimos años países como Grecia, Ecuador, México, Portugal o España han adoptado mejoras en el marco legal de este tipo de economías".

Comentó que también Brasil ha profundizado en ese modelo, por lo que "dispone de ministros especializados en el ámbito de la economía social y solidaria".

Un ejemplo práctico de la aplicación e impacto de la economía social y solidaria se observa en el Reino Unido, donde 62.000 empresas sociales contribuyeron con 37.000 millones de dólares (unos 28.000 millones de euros) a la economía nacional y dieron empleo a 800.000 personas (1).

Seminario Internacional en Bogotá

Con el fin de superar el escaso desarrollo del tema en la academia y las limitaciones en la institucionalidad pública para enfocar el asunto más allá de la visión de la economía solidaria como precaria e informal, las universidades Externado y Nacional y otras organizaciones sociales se unieron para apoyar a la ciudad en materia de Economía popular, término definido en el Plan de Desarrollo, Bogotá Humana en ocasión del seminario internacional “Economía Popular ¿Qué es y para donde va en Bogotá? “ (15-17 de abril).

El Alcalde mayor de Bogotá Gustavo Petro, ha declarado que “se trata, con este evento, de potenciar la ignorada realidad social de iniciativas de vida y trabajo de los sectores populares, urbanos y rurales, que aportan la mayor parte de los servicios, ingresos y empleos en la ciudad y la región central del país; y de aportar en la búsquedas de caminos alternativos que generen desarrollo y que permitan la inclusión social y la construcción de paz” (2).

En este debate internacional ha participado también Escuela Viajera que ha podido entrevistar algunos destacados panelistas como Fernanda Wanderley de Bolivia – experta de descolonización y co-autora de “El desarrollo en cuestión: reflexiones desde América Latina” que cuestiona el “mal desarrollo de las ONGs”, Milton Maya de Ecuador, Boris Marañón-Pimentel de FLACSO-México y el economista argentino Jose Luis Coraggio, reconocido investigador en el campo de la economía popular en países como México, Nicaragua, Ecuador, Estados Unidos y Argentina .

Inclusión y descolonización

Fernanda Wanderley ha subrayado que “desde su concepción en los años cincuenta, el campo problemático del desarrollo ha estado surcado por fuertes debates y críticas desde diferentes disciplinas teóricas y perspectivas políticas. El embate entre paradigmas, conocimientos y prácticas ha puesto en cuestión inclusive la pertinencia del mismo concepto de desarrollo para pensar las profundas transformaciones sociales, políticas y económicas en el mundo contemporáneo.

La comunidad académica del Postgrado en Ciencias del Desarrollo de la Universidad Mayor de San Andrés (CIDES-UMSA) encontró oportuno abrir un espacio de reflexión interdisciplinaria y plural sobre viejas y nuevas cuestiones asociadas a la noción de Desarrollo que enmarcan nuestros programas de formación postgradual e investigación, así como de problematización del propio concepto de desarrollo.

Con todo, nuestro punto de partida fue la constatación de que, pese a los serios procesos y profundos debates de crítica y deconstrucción de la noción de desarrollo a partir de las connotaciones evolucionistas, diseccionadoras y eurocéntricas que generalmente carga para pensar las diferentes formas y grados de organización de las sociedades en los tiempos modernos, el concepto de desarrollo se sigue utilizando –sin sustituto equivalente– para pensar el cambio histórico y los procesos de transformación producidos por el movimiento de las estructuras sociales, impulsado por fuerzas de diversa índole emergentes de relaciones contradictorias sociales, económicas, políticas y/o culturales. Igualmente, el concepto de desarrollo se utiliza para pensar las estrategias de dirección de los procesos económicos en particular y, a través de ellos, de la vida social, política y cultural, hacia determinados objetivos u horizontes políticos que han dado lugar a su adjetivación correspondiente: desarrollo extrovertido, desarrollo endógeno, desarrollo humano, desarrollo sostenible, desarrollo a escala humana, “otro desarrollo”, etc.

En cuanto a la primera acepción, en las últimas dos décadas, y sobre todo en América Latina, se advierten tendencias reflexivas que problematizan y debatencríticamente el desarrollo desde la perspectiva de la base cognitiva y contextual que subyace su concepción. Y si bien se identifican los elementos del cuestionamiento, no se ha construido todavía una narrativa interpretativa del cambio histórico y mucho menos aún una meta-teoría alternativa al respecto, si bien ese sería el propósito.

En su vertiente más radical (o “descolonial”) quienes cuestionan el concepto mismo de desarrollo lo asocian a un conjunto de teorías, de prácticas discursivas y no discursivas, a un conjunto de instituciones y estructuras –originadas después de la segunda guerra mundial– que conducirían de manera predominante a una sociedad moderna industrial, urbana, cultural y económicamente homogénea (liberaly capitalista) como “curso normal de la evolución y el progreso” asociado con crecimiento económico. En este sentido, el desarrollo sería un poderoso instrumento para la “normalización del mundo” a imagen y semejanza de la sociedad “occidental” capitalista moderna, mediante el establecimiento de un patrón de desarrollo, de reglas de juego y de principios de autoridad y poder que operan la “colonización de la realidad por el discurso del desarrollo” (Escobar, 1996). Este dispositivo operaría mediante la difusión de saberes sociales modernos eurocéntricos hegemónicos válidos, objetivos y universales del conocimiento, del que surgen las categorías de análisis de cualquier sociedad y las proposiciones normativas que “definen el deber ser para todos los pueblos del planeta” (Lander, 2000). De ese marco cognitivo derivaría también la identificación de los problemas, anormalidades o registros particulares
de problemas definidos –en contraste– como expresiones de “subdesarrollo”.

Dado que este registro “colonizador” ignora las “relaciones de la diferencia” y las “complejas dinámicas de la diversidad cultural”, la alternativa es “descolonizar” las realidades sociales (no sólo) latinoamericanas. Este proceso pasa por deconstruir-abandonar el discurso del desarrollo y pensar un tiempo-espacio actual, concebido como anti-desarrollo (para otros post-desarrollo), y por deconstruir los parámetros sobre los que se fundan las ciencias sociales eurocéntricas hegemónicas: disección de la realidad (economía, sociedad, política, Estado, etc.), acentuado antropocentrismo en referencia al “mundo de la vida”, y escasa atención a los conocimientos y prácticas locales o del lugar”, concluye Fernanda Wanderley.

En esta perspectiva la economía solidaria plantea otros procesos decoloniales de Buen Vivir como plantea José Luis Coraggio, que acaba de publicar un interesante análisis con la revista Alai n. 483, bajo el título: “Para las nuevas izquierdas: Qué otra economía? (3).

NOTAS

Cristiano Morsolin, investigador italiano y operador de redes, autor de varios libros, radicado en Latinoamérica desde 2001 con experiencias en Ecuador, Perú, Bolivia, Colombia, Venezuela, Paraguay y Brasil.


jueves, 16 de mayo de 2013

Monedas locales para cambios globales

Monedas locales para cambios globales

En el norte del País Vasco, un experimento de moneda local se plantea sacar al dinero de la economía capitalista e incentivar la economía regional y la solidaridad. Y lo está logrando.
RÉMI RIVIÈRE
Desinformémonos

País Vasco. “Es la primera vez que veo una asamblea general terminar a la hora prevista”, subraya, mirando brevemente su reloj, un joven dirigente de una pequeña empresa, para luego anegar esta síntesis memorable en un gustoso trago de sidra vasca. La demostración organizada por la Asociación Euskal Moneta (moneda vasca) en Ustaritz -País Vasco, dentro del Estado francés- era impecable, justo como se debe hacer cuando se vota la creación de una moneda local, con la ambición de vincularla a los valores éticos de la economía solidaria, social y ecológica.

En menos de tres horas, las preguntas más críticas e incisivas recibieron respuestas claras y simples, de la misma manera en que los escenarios más amenazadores terminaron por convertirse en perspectivas de trabajo prometedoras. Con la misma serenidad práctica y después de un año y medio de trabajo, los creadores del Eusko (variante de la palabra “vasco”) proclamaron, ante casi cien personas adherentes al proyecto, el lanzamiento de la moneda alternativa vasca. Su entusiasmo les permite declarar que “será la más importante del país”. Un objetivo ya alcanzado a mitad, incluso antes de que la nueva moneda entrara en circulación en el País Vasco.

Sol Violeta en Toulouse, Eusko en Bayona
En tan sólo algunas semanas, 600 personas contactaron a aproximadamente 190 empresas, comerciantes, artesanos y asociaciones. Estos números aumentaron rápidamente después de las primeras compras y acuerdos, tras la apertura de las oficinas de cambio el 31 de enero. Un resultado excepcional, si se compara con las 70 estructuras que utilizaron la moneda complementaria de Toulouse, el Sol Violeta, durante su periodo de experimentación entre mayo y diciembre del 2011.

“Por lo que sabemos, el Sol Violeta es la moneda local más fuerte de Francia, y cuenta con poco más de mil usuarios”, dice Txetx Etcheverry, tesorero de la Asociación Euskal Moneta. Dos mil 500 sistemas de monedas locales y solidarias están censados en todo el mundo; 15 de ellas tienen presencia en Francia. En el País Vasco, dada su fuerte identidad, este experimento resulta por demás dinámico, considerando el potencial que el Eusko tiene como relocalizador de la economía y de la mano de personas cuya voluntad y militancia es más que vigorosa.

Una moneda solidaria para una economía local
En  Villeneuve-sur-Lot, los creadores de la moneda complementaria La Abeja (en circulación desde 2009), no se equivocaron: desde el principio recibieron a los vascos para un curso de formación práctica, convencidos de que su territorio era una garantía para el éxito de lo que hoy es el Eusko. Durante la demostración del 19 de enero, fue interesante ver cómo las primeras personas que se adhirieron a la moneda alternativa tomaban posesión de los nuevos billetes de uno, dos, tres, diez y 20 euskos –al cambio, un eusko vale un euro-; los billetes multicolores (azules, verdes, amarillos, violeta pálido) tenían todavía residuos de tinta,  impresos por un lado con aspectos de la cultura vasca y por el otro, de su economía.

El mismo día, en la sede de la Cámara de Agricultura Alternativa, 6 mil 500 euros fueron intercambiados por euskos durante la asamblea general de las asociaciones agrícolas. Al interior de una estructura en la que se defiende otro tipo de economía agrícola, los campesinos vascos están reintroduciendo el grano para la panificación, que había desaparecido del territorio desde hace al menos medios siglo. Dentro de algunos meses, los panaderos vascos podrán procurarse de harina producida localmente.

Los favorecidos
La ventaja principal que ofrece la moneda local es favorecer las cadenas de comercio directo presentes en el territorio. “Es un sistema de solidaridad muy simple: se intercambia entre nosotros”, resume Dante Edme Sanjurjo, vicepresidente de Euskal Moneta. El éxito de la moneda alternativa inspiró a Xina Dulong, feliz propietaria del Café de los Pirineos, en Bayona, y representante de las asociaciones de cafeterías, albergues y restaurantes de la ciudad. Su local acepta el eusko y funciona como punto de cambio de la moneda. Entusiasta del proyecto desde sus inicios, Xina comenzó a cambiar la manera en que administra su empresa.

Y es que aquí se puede convertir el eusko en euros; por cada conversión se retiene una comisión del cinco por ciento. Este “impuesto” está pensado para  estimular a las empresas y a las asociaciones que utilizan la moneda alternativa a reinvertir a nivel local, pues quien lo hace no paga la comisión. Los costos de la conversión pueden ser sostenidos por los comerciantes, tal como sucede con los vales de descuento que se utilizan en los restaurantes para obtener nuevos clientes. Pero la ventaja es superior si el comerciante hace sus compras o paga a sus proveedores en al ámbito local.

Las empresas se vuelven solidarias con los campesinos
En Alemania, a casi diez años de la creación de la moneda local de Chiemgau, en la Alta Baviera, las 600 empresas adherentes llegaron a reinvertir 73 por ciento de sus chiemgauers en la red. En Austria, a principios de 1930, la ciudad de Wargla fue capaz de vencer la Gran Depresión creando una moneda local.  Jean-Baptiste Etxeto, presidente del Consejo para el Desarrollo del País Vasco -cuyo Consejo directivo votó recientemente su adhesión al eusko-, subraya los contenidos elementales de este esfuerzo en una frase: “nuestros gastos crean también puestos de trabajo para nosotros”. Es decir, la empresa se vuelve solidaria con sus conciudadanos relocalizando sus actividades económicas en el territorio. En el caso del eusko, sucede también en el sentido inverso, pues el consumidor puede contribuir al desarrollo mismo de las actividades económicas.

Así, cada usuario de la moneda complementaria puede escoger patrocinar a una empresa o una asociación. Cuando una estructura reúne al menos a treinta patrocinadores, recibe 3 por ciento de la suma convertida por sus ellos. Cambiando cada mes cien euros por euskos (de los que tres van a la estructura patrocinadora), un grupo de treinta personas puede ayudar a una asociación de reunir más de mil euros al año. La asociación, por su parte, buscará hacer circular esta cifra a lo interno de la red, si quiere evitar la reducción del 5 por ciento por el cambio del eusko a euros. Este incentivo sirve también para evitar el riesgo de que la moneda complementaria pierda su valor, ya que al no producir intereses, se refuerza su condición de moneda circulante.

Progreso social y cambio global
En Alemania, donde este mecanismo ya se ha experimentado, cada año 50 mil euros van a parar directamente a las asociaciones. Sin embargo, la mayor parte de las monedas locales en ese país dependen de subvenciones estatales. Para compensar la ausencia de ésta, los vascos en Francia han implementado una subscripción libre al sistema del eusko, que va de cinco euros para los individuos a diez para las asociaciones. Además, siguiendo el modelo de La Abeja, decidieron desarrollar una economía social y solidaria; y, al igual que en  Toulouse, de insertar en la red solamente a aquellas empresas que comparten los valores éticos de la comunidad. La Asociación Euskal Moneta decidió también encaminar a las empresas hacia prácticas más éticas en vez de imponerles condiciones de entrada. “Cada año, las empresas de la red deben declarar objetivos simples y programáticos”, explica el vicepresidente de la asociación, Dante Edme Sanjurjo. Es como una manera de “poner orden” que promueve la relocalización de la actividad económica y el progreso social, pero también las relaciones con la vida en el territorio, el uso de la lengua vasca y el respeto a la ecología. Se trata de objetivos claros que las empresas deben alcanzar con la ayuda y asesoría de las asociaciones.

Sacar al dinero del círculo capitalista
Con el fin de respetar el código monetario y financiero, los euros a disposición de Euskal Moneta van a parar a un fondo de garantía. Este dinero se deposita en una cuenta bloqueada por la NEF (Nuvelle Économie Fraternelle), una sociedad financiera ética, vinculada al crédito cooperativo. Éste es un modo de “hacer salir el dinero del circuito capitalista e insertarlo en una economía social y solidaria”. Como cereza del pastel, la sociedad de vasca de capitales de riesgo Herrikoa, que opera con una perspectiva de desarrollo económico y solidario, se comprometió con Euskal Moneta a invertir en las empresas de la red con una participación proporcional al fondo de garantía. A decir de Dante, cada euro convertido en eusko permitirá invertir en proyectos estructurales.

Se trata de un modo de insertar la evolución del eusko en un “territorio que produce estructuras”, especifica Txetx Etxeverry, subrayando “el potencial específico del País Vasco.  Y es que cuando la asociación se ha visto en situaciones en donde no dispone de los medios necesarios para sacar adelante el proyecto, ha recibido muchos apoyos vitales desde la propia comunidad; hemos salido adelante gracias a este país”, confiesa Etxeverry.

Diecinueve proyectos de monedas complementarias en Francia
El eusko no será exportado a la ciudad vecina de Bearn, que comparte la misma jurisdicción de los Pirineos Atlánticos, pero a lo mejor podrá superar los Pirineos para conquistar al resto del País Vasco y su industria. “La frontera no impedirá circular al eusko”, afirma Txetx, “el País Vasco del sur desarrolla una gran agricultura a cubierto. ¿Es ésta la justa escala de la relocalización? ¿De qué manera se pueden articular las regiones industriales? Veremos qué nos depara el porvenir”. El desarrollo del eusko se sigue de cerca desde Bilbao y San Sebastián, en particular por el sindicato Eusko Langileen Alkartasuna (ELA), que tiene una posición mayoritaria en la Comunidad Autónoma Vasca. La de las monedas complementarias es una “experiencia de laboratorio” en la que, por supuesto, también han contribuido los habitantes del País Vasco del sur, donde ya existen algunos proyectos. En Francia, por su parte, hay 19 experiencias funcionando con esta clase de instrumentos. La certeza, en todo caso, es que los vientos soplan a favor de otras formas de economía, por fuerza solidarias y ecológicas.

“Estamos construyendo el porvenir”
El hecho paradójico es que las monedas locales tienen una cosa en común: piensan globalmente. Ancladas a un territorio y a una identidad, estas monedas permiten la relocalización de una parte de la economía y la reducción de las emisiones de bióxido de carbono al disminuir considerablemente las dimensiones de los circuitos de comercio. De una cosa se puede estar seguro: si la economía local trae ventajas, las condiciones del planeta seguramente no empeorarán. El aumento programado de los precios del petróleo está incentivando a las empresas a crear o participar todavía más en las redes de proximidad

Entre otros ejemplos, se puede contrastar el hecho de que el País Vasco dispone de importantes producciones hortícolas, mientras que los floristas vascos se surten en Holanda. El eusko favorecerá la creación de una red saludable, además de la reducción de la participación del territorio en los flujos monetarios, de los cuales 90 por ciento son a escala internacional. “Somos tan sólo un aleteo de colibrí”, reconoce Txetx, “es cierto, pero somos nosotros los que construiremos el porvenir”.