El Boicot
Garay, Ane
OMAL
El boicot es una práctica organizada
que consiste en negarse a comprar, vender o mantener cualquier otra forma de
relación comercial o de otra índole con una empresa o institución a la que se
responsabiliza de actividades moralmente reprobables. Se trata de una medida de
presión para que dicha entidad cese aquellas de sus prácticas que violan los
derechos humanos o que tienen probados impactos sociales, laborales, económicos
o medioambientales.
Las campañas de boicot se consideran
iniciativas de resistencia no violenta que pueden plantearse a corto o medio
plazo, y que persiguen objetivos concretos. A lo largo de la historia, esta
estrategia ha sido utilizada por una amplia diversidad de actores, como
gobiernos, sindicatos, movimientos sociales y organizaciones internacionales, y
ha sido dirigida a presionar principalmente a estados y empresas.
En las iniciativas de resistencia
contra las empresas multinacionales, las estrategias de boicot han tenido un
papel relevante desde los años setenta, momento en que se produjo la primera
campaña contra la transnacional suiza Nestlé, a quien se acusó de fomentar el
consumo de su leche en polvo en países empobrecidos donde la mayoría de la
población no tiene acceso a fuentes seguras de agua. Lo que tuvo como
consecuencia la mayor vulnerabilidad de la población, especialmente infantil, a
enfermedades gastrointestinales. Hoy en día, el llamamiento contra esta empresa
agroalimentaria continúa activo, ya que la compañía es acusada de múltiples
conculcaciones de derechos sociales, políticos y ambientales, como prácticas
antisindicales y violaciones de los derechos humanos en Colombia.
Un segundo boicot emblemático contra
una transnacional es el que comenzó en los años ochenta contra la multinacional
química estadounidense Union Carbide, hoy filial de Dow Chemical. En 1984 se
produjo una fuga masiva de gases altamente tóxicos de su planta de producción
de pesticidas en Bhopal (India) que acabó con la vida de cerca de 15.000
personas y que se estima que aún hoy tiene secuelas en la salud de otras
100.000. A pesar de que la compañía fue declarada culpable, esta negó y eludió
toda responsabilidad sobre el vertido. La llamada al boicot sigue viva y
organizaciones de la comunidad hindú del Reino Unido y otros activistas
presionaron contra el patrocinio de los Juegos Olímpicos 2012 en Londres por
parte de Dow Chemical.
Otra campaña significativa de boicot
internacional contra transnacionales es la que se lleva a cabo contra
Coca-Cola, una de las mayores corporaciones estadounidenses. Se ha llamado al
boicot desde diversas organizaciones y por diferentes causas: se acusa a la
compañía de provocar el desabastecimiento de acuíferos y la contaminación de
aguas en localidades en las que tiene plantas de producción, en lugares como
México, El Salvador e India y se le atribuye el impulso de políticas de PRIVATIZACIÓN de este recurso. Asimismo, se han denunciado sus
actividades antisindicales en Pakistán, Perú, Nicaragua y Rusia. Y se acusa a
Coca-Cola de estar implicada en acciones violentas contra dirigentes sindicales
de sus plantas embotelladoras en India, Turquía, Guatemala y Colombia,
incluyendo el asesinato de más de una decena de personas en estos dos últimos
países desde 1980.
Wal-Mart, British Petroleum, Mattel o
McDonald’s son otros ejemplos de compañías que han sido boicoteadas por sus
implicaciones en la conculcación de derechos humanos, derechos laborales o en
graves impactos medioambientales.
Existen, sin embargo, organizaciones y campañas de denuncia y presión contra
las violaciones de estos derechos que se han posicionado contra el boicot.
Concretamente, frente a multinacionales textiles, como Nike o Adidas, que subcontratan
la confección de sus productos a empresas maquiladoras, algunas campañas han
llamado la atención sobre las posibles consecuencias de este tipo de acción: el
boicot sería contraproducente porque estas marcas dejarían de subcontratar la
producción en una determinada zona, provocando el cierre de la fábrica y el
despido de sus trabajadoras, sencillamente para desplazarla a otro lugar en el
que las condiciones laborales no serían necesariamente mejores. Por lo tanto,
cobra especial relevancia que en este tipo de campañas haya una buena
coordinación con el sector sindical a la hora de valorar los riesgos y el
potencial éxito de un boicot.
Boicot para presionar a estados
El boicot contra EMPRESAS TRANSNACIONALES también ha sido un instrumento para castigar su
apoyo, consciente o no, a estados que desarrollan políticas racistas,
dictatoriales y colonialistas. Así, desde la década de 1980 se pusieron en
marcha por todo el mundo campañas de boicot y desinversiones hacia las
multinacionales que mantenían relaciones comerciales con el régimen del apartheid en
Sudáfrica. La presión llegó a acelerar el fin del régimen segregacionista en
1994, hecho que constituye la victoria más significativa lograda mediante la
estrategia de boicot.
Dos llamadas al boicot que beben de
la victoria lograda en Sudáfrica son las dirigidas a presionar a la junta
militar de Birmania —se boicoteó a las empresas Triumph, Pepsi, Coca-Cola y
Chevron, que finalmente salieron del país, y aún hoy a la francesa Total— y al
Estado de Israel. Esta última iniciativa, que partió en 2004 de la propia
sociedad civil palestina, persigue el fin de la ocupación de Palestina y sus
recurrentes violaciones de los derechos humanos: la campaña de Boicot,
Desinversiones y Sanciones (BDS) es secundada internacionalmente por numerosas
organizaciones que invitan a no consumir productos procesados en los
territorios ocupados por el Estado de Israel ni de compañías que inviertan en
aquel país.
A modo de conclusión
Las campañas de boicot han demostrado
ser eficaces contra compañías que tienen una importante proyección como marca,
por su impacto directo en el volumen de ventas, pero sobre todo porque su
imagen corporativa queda sensiblemente dañada. Para contrarrestar estas
estrategias, empresas como Nike, Dow Chemical, Coca-Cola y Shell, entre muchas
otras, invierten millones de dólares en PUBLICIDADe iniciativas de lavado de cara, como la acción social
enmarcada en la RESPONSABILIDAD SOCIAL CORPORATIVA.
Por último, diversas organizaciones
han puesto en marcha campañas para investigar y ofrecer información detallada
acerca de las prácticas que atentan contra los derechos humanos en las que
incurren ciertas empresas a la hora de fabricar o distribuir sus productos. Su
objetivo es que los consumidores y consumidoras dispongan de información
detallada que les permita realizar una compra ética. Esto permite, por ejemplo,
que instancias públicas como escuelas, universidades y administraciones estén
informadas a la hora de elegir proveedores. Sin embargo, el boicot va más allá
de una mera elección de consumo responsable y apela a las personas en tanto que
sujetos políticos y no sólo en calidad de consumidoras.
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