domingo, 30 de junio de 2013

El boicot

El Boicot


Garay, Ane
OMAL

El boicot es una práctica organizada que consiste en negarse a comprar, vender o mantener cualquier otra forma de relación comercial o de otra índole con una empresa o institución a la que se responsabiliza de actividades moralmente reprobables. Se trata de una medida de presión para que dicha entidad cese aquellas de sus prácticas que violan los derechos humanos o que tienen probados impactos sociales, laborales, económicos o medioambientales.

Las campañas de boicot se consideran iniciativas de resistencia no violenta que pueden plantearse a corto o medio plazo, y que persiguen objetivos concretos. A lo largo de la historia, esta estrategia ha sido utilizada por una amplia diversidad de actores, como gobiernos, sindicatos, movimientos sociales y organizaciones internacionales, y ha sido dirigida a presionar principalmente a estados y empresas.

Boicot contra las EMPRESAS TRANSNACIONALES
En las iniciativas de resistencia contra las empresas multinacionales, las estrategias de boicot han tenido un papel relevante desde los años setenta, momento en que se produjo la primera campaña contra la transnacional suiza Nestlé, a quien se acusó de fomentar el consumo de su leche en polvo en países empobrecidos donde la mayoría de la población no tiene acceso a fuentes seguras de agua. Lo que tuvo como consecuencia la mayor vulnerabilidad de la población, especialmente infantil, a enfermedades gastrointestinales. Hoy en día, el llamamiento contra esta empresa agroalimentaria continúa activo, ya que la compañía es acusada de múltiples conculcaciones de derechos sociales, políticos y ambientales, como prácticas antisindicales y violaciones de los derechos humanos en Colombia.

Un segundo boicot emblemático contra una transnacional es el que comenzó en los años ochenta contra la multinacional química estadounidense Union Carbide, hoy filial de Dow Chemical. En 1984 se produjo una fuga masiva de gases altamente tóxicos de su planta de producción de pesticidas en Bhopal (India) que acabó con la vida de cerca de 15.000 personas y que se estima que aún hoy tiene secuelas en la salud de otras 100.000. A pesar de que la compañía fue declarada culpable, esta negó y eludió toda responsabilidad sobre el vertido. La llamada al boicot sigue viva y organizaciones de la comunidad hindú del Reino Unido y otros activistas presionaron contra el patrocinio de los Juegos Olímpicos 2012 en Londres por parte de Dow Chemical.

Otra campaña significativa de boicot internacional contra transnacionales es la que se lleva a cabo contra Coca-Cola, una de las mayores corporaciones estadounidenses. Se ha llamado al boicot desde diversas organizaciones y por diferentes causas: se acusa a la compañía de provocar el desabastecimiento de acuíferos y la contaminación de aguas en localidades en las que tiene plantas de producción, en lugares como México, El Salvador e India y se le atribuye el impulso de políticas de PRIVATIZACIÓN de este recurso. Asimismo, se han denunciado sus actividades antisindicales en Pakistán, Perú, Nicaragua y Rusia. Y se acusa a Coca-Cola de estar implicada en acciones violentas contra dirigentes sindicales de sus plantas embotelladoras en India, Turquía, Guatemala y Colombia, incluyendo el asesinato de más de una decena de personas en estos dos últimos países desde 1980.

Wal-Mart, British Petroleum, Mattel o McDonald’s son otros ejemplos de compañías que han sido boicoteadas por sus implicaciones en la conculcación de derechos humanos, derechos laborales o en graves impactos medioambientales.
 
Existen, sin embargo, organizaciones y campañas de denuncia y presión contra las violaciones de estos derechos que se han posicionado contra el boicot. Concretamente, frente a multinacionales textiles, como Nike o Adidas, que subcontratan la confección de sus productos a empresas maquiladoras, algunas campañas han llamado la atención sobre las posibles consecuencias de este tipo de acción: el boicot sería contraproducente porque estas marcas dejarían de subcontratar la producción en una determinada zona, provocando el cierre de la fábrica y el despido de sus trabajadoras, sencillamente para desplazarla a otro lugar en el que las condiciones laborales no serían necesariamente mejores. Por lo tanto, cobra especial relevancia que en este tipo de campañas haya una buena coordinación con el sector sindical a la hora de valorar los riesgos y el potencial éxito de un boicot.


Boicot para presionar a estados
El boicot contra EMPRESAS TRANSNACIONALES también ha sido un instrumento para castigar su apoyo, consciente o no, a estados que desarrollan políticas racistas, dictatoriales y colonialistas. Así, desde la década de 1980 se pusieron en marcha por todo el mundo campañas de boicot y desinversiones hacia las multinacionales que mantenían relaciones comerciales con el régimen del apartheid en Sudáfrica. La presión llegó a acelerar el fin del régimen segregacionista en 1994, hecho que constituye la victoria más significativa lograda mediante la estrategia de boicot.

Dos llamadas al boicot que beben de la victoria lograda en Sudáfrica son las dirigidas a presionar a la junta militar de Birmania —se boicoteó a las empresas Triumph, Pepsi, Coca-Cola y Chevron, que finalmente salieron del país, y aún hoy a la francesa Total— y al Estado de Israel. Esta última iniciativa, que partió en 2004 de la propia sociedad civil palestina, persigue el fin de la ocupación de Palestina y sus recurrentes violaciones de los derechos humanos: la campaña de Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS) es secundada internacionalmente por numerosas organizaciones que invitan a no consumir productos procesados en los territorios ocupados por el Estado de Israel ni de compañías que inviertan en aquel país.

A modo de conclusión
Las campañas de boicot han demostrado ser eficaces contra compañías que tienen una importante proyección como marca, por su impacto directo en el volumen de ventas, pero sobre todo porque su imagen corporativa queda sensiblemente dañada. Para contrarrestar estas estrategias, empresas como Nike, Dow Chemical, Coca-Cola y Shell, entre muchas otras, invierten millones de dólares en PUBLICIDADe iniciativas de lavado de cara, como la acción social enmarcada en la RESPONSABILIDAD SOCIAL CORPORATIVA.


Por último, diversas organizaciones han puesto en marcha campañas para investigar y ofrecer información detallada acerca de las prácticas que atentan contra los derechos humanos en las que incurren ciertas empresas a la hora de fabricar o distribuir sus productos. Su objetivo es que los consumidores y consumidoras dispongan de información detallada que les permita realizar una compra ética. Esto permite, por ejemplo, que instancias públicas como escuelas, universidades y administraciones estén informadas a la hora de elegir proveedores. Sin embargo, el boicot va más allá de una mera elección de consumo responsable y apela a las personas en tanto que sujetos políticos y no sólo en calidad de consumidoras.


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